sábado, 28 de diciembre de 2013

¿Loco o artista?






Desde la antigua Grecia ha tenido cabida esta cuestión, si la locura y el genio estaban estrechamente ligados. Para los griegos, los poetas eran “enfermos divinos” y Aristóteles siempre se preguntó por qué los hombres excepcionales de la época eran en su mayoría melancólicos, entendiendo como melancolía la mezcla de humores que marca la naturaleza de la personalidad. 

Pero no es hasta el siglo XIX que el término “locura” se define de la manera en la que lo conocemos hoy: como enfermedad mental (“Locura... locura... llamamos locura a aquella enfermedad de los órganos del cerebro”, Voltaire, 1800). Así, a partir de este siglo comenzarán a cuestionarse seriamente si los trastornos mentales estaban relacionados con el arte y la capacidad de creatividad, si la locura favorecía al arte y viceversa. Se preguntaban si los desórdenes psiquiátricos, a pesar de tratarse de enfermedades mentales, podían tener un lado positivo.

¿Es simple casualidad que Vincent Van Gogh y Hölderlin sufrieran bipolaridad, que Goya y Nietzsche fueran víctimas de una sífilis cerebral, o que Albert Einstein presentara anomalías estructurales en el lóbulo izquierdo de su cerebro, entre muchos otros de una larga lista? ¿Es algo normal que Demócrito se quitara la vista para poder pensar con mayor lucidez y crear la teoría sobre la estructura del átomo?


Numerosos estudios e investigaciones, como los de Cesare Lombroso, Philippe Brenot, o los catalanes Francisco Mora y Vicenç Altaió, nos confirman que hay cierta relación. Ahora bien, como nos dice Mora, ni todos los genios están locos, ni todos los locos son genios. Las personas que catalogamos como genios son aquellas que tienen unas facultades y capacidades extraordinarias a la hora de crear y de alumbrar nuevas ideas abstractas. Pero sobre todo aquel que sabe expresar esas nuevas ideas y transmitirlas. Mora puntualizó que existen personas con buenas ideas, aunque no serían considerados como genios porque no son capaces de expresarlas: “El talento lo tiene el que puede acabar creando".

"El genio no es un enfermo mental”. Mora aclara que para ser genio no es necesario rozar la locura en ningún momento, los estudios realizados atestiguan que las facultades creadoras ya existen antes de manifestarse la enfermedad en cualquier individuo. Sin embargo, aunque no siendo necesario, en caso de existir enfermedad, el
individuo sabe aprovechar lo que podemos llamar brotes de locura para crear ideas fantásticas. 
Michael Fitzgerald, psiquiatra irlandés del Trinity Collage de Dublín, confirma que los genes del síndrome de Asperger (autismo) producen personas creativas, con alta capacidad de concentración. Más tarde, un grupo de científicos del Instituto Karolinska descubre que las personas con trastornos bipolares tenían más inclinación por las actividades creativas (artísticas y científicas) y que los esquizofrénicos mostraban una mayor apertura hacia las tareas artísticas.
Por tanto podría afirmarse que es cierto que la locura favorece la capacidad artística y creativa, pero también que esas facultades no dependen de ello exclusivamente. De hecho, Se ha llegado a afirmar que ambas, la genialidad y la locura, surgen de la misma base, como si un mismo impulso fuera el origen de las dos; o para que nos entendamos mejor, que el hombre enferma mentalmente por la misma razón que puede llegar a ser sublime en su creatividad.
Ahora bien, ¿Qué podemos decir del fenómeno contrario? ¿Son las personas con trabajos creativos las que tienen mayor riesgo de enfermar mentalmente? El estudio realizado por Arnold Ludwing nos confirma que efectivamente los trastornos psiquiátricos eran más corrientes entre los artistas que entre el resto. El índice de alcoholismo era del 60% entre los actores y del 41% entre los novelistas.

Ya Brenot nos avisó de ello en su obra: los escritores son los que más peligros corren de padecer enfermedades mentales. Dalí, Camille Claudel, Baudelaire, Proust, Schumann y Haydn son algunos de los creadores que se han sentido tan vulnerables como para dejar testimonio escrito de esos difíciles momentos.

Y tras asimilar todo esto, y mucha más información que me reservo, planteo una pregunta que me surge... ¿En algunos casos concretos se sabrá alguna vez con exactitud qué fue primero? ¿La locura o la genialidad?


                                                                     Miriam Fopiani Román







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