“Quien no quiere pensar es un fanático;
quien no puede pensar, es un idiota;
quien no osa pensar es un cobarde”…
Sir Francis Bacon
"Cobarde"
No sabía por
qué, pero esa palabra se repetía constantemente en su interior, asaltándole una
y otra vez de forma que se le clavaba como un machete en el poco orgullo que le
quedaba.
"Cobarde"
En la guerra
todo vale.
Así se
consolaba el soldado que llevaba largo tiempo tumbado, camuflado entre unos
arbustos mientras esperaba a su víctima con su arma de precisión.Enfocó la mirada al paisaje nevado de fondo para relajar un poco la vista, cansada ya de vigilar de forma incesante por el punto de mira al asecho de su presa.
Parpadeó varias veces de forma ligera mientras hacía movimientos leves con el cuello. Los músculos estaban fatigados de mantener esa posición durante tanto tiempo pero no podía relajarse ni un instante.
Medio segundo de despiste podía ser suficiente para que la misión no pudiese llevarse a cabo.
"Cobarde"
Volvía a sonar
dentro de su cabeza.
Llegar hasta allí
no había sido tarea fácil. Habían sido necesarias muchas horas de duro
entrenamiento para poder llevar el uniforme y ser un soldado de elite.Estaba allí porque lo había elegido. Había escogido ese estilo de vida por voluntad propia...
"Cobarde"
Intentaba
mantener la mente distraída en otros pensamientos para ignorar, de alguna
manera, esta dichosa palabra que lo atormentaba. Mantener la concentración
necesaria para realizar un tiro de precisión en estas condiciones era
prácticamente imposible.
Solo
necesitaba un tiro correcto.Certero.
Solo uno.
"Cobarde, sal de donde estés escondido y lucha
como un hombre"
En la guerra
no gana el más fuerte, si no que normalmente lo hace el más astuto. El soldado
mira la punta del cañón de su arma y vuelve a convencerse de que mantenerse
apostado y totalmente camuflado a la espera de su víctima no era ningún acto de
cobardía.
Solo se trata
de una forma de asegurar, o al menos aferrarse a la supervivencia.Era francotirador.
Había elegido ese rol y lo defendería hasta la muerte.
Era su manera de hacer la guerra.
De pronto, y de manera inesperada incluso para el que lleva esperando este momento durante horas, aparece una figura moviéndose entre los escombros de las casas derruidas.
Con el índice acaricia suavemente el disparador y afina un poco más la puntería.
La silueta del enemigo se recorta claramente en el fondo impoluto del terreno nevado.
Doscientos metros no debían de ser un obstáculo para él.
No podía fallar.
El francotirador solo necesita un disparo.
El soldado respira profundamente y va soltando poco a poco el exceso de aire de los pulmones.
"Cobarde ¿Dónde estás escondido?"
La mente en
blanco, la respiración pausada y las pulsaciones controladas.
No era la
primera vez que lo hacía. Era su estilo de juego.
¡PAM!
La figura que andaba entre cascajos de escombros se derrumbó al suelo como si de un muñeco inanimado se tratase.
El francotirador respiró y todos los músculos de su cuerpo se relajaron. La partida había terminado…
Pero no le dio tiempo si quiera a retirarse de su posición cuando las voces que lo atormentaban lo castigaron de una forma aún más violenta si cabe.
"Cobarde de mierda, ya sabía yo que no podías
matar de otra manera que no fuese escondiéndote como un gallina"
"Cagón de los cojones, a ver si te atreves a
dar la cara la próxima vez"
El soldado
hacía todos los esfuerzos por ignorar las voces que le taladraban el cerebro.
Las acusaciones se sucedían entre distintos tonos de voz, como si fueran varias
las personas las que le estuvieran juzgando... incluso de vez en cuando podía oír
alguna que otra risita endemoniada que no hacía otra cosa que mofarse de su ya conocida
cobardía.
"Eres lamentable... tío rastrero"
"A ver si tienes huevos de matar alguna vez a
alguien frente a frente”“¡Cobarde!”
A pesar de su
victoria, el soldado se sintió de súbito superado por las voces que resonaban
en su interior.
De un tirón se
quitó los auriculares y de un par de patadas desquiciadas destrozó el
televisor y la consola en la que
permanecía veinticuatro horas al día jugando por internet.
Aunque no lo
parezca, mandar la consola a tomar por culo fue el acto más atrevido que había
hecho hasta el momento.
Daniel Fopiani
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